Un autor reconocido dijo que se podía utilizar la enfermedad para iluminarse. No es del todo mi opinión.
Cuando se vive una enfermedad, el cuerpo marca sus normas y uno no puede hacer más que…seguirlas.
Ahora te duele la cabeza, o tus temblores te impiden coger un vaso de agua, o un dolor de muelas te impide comer.
Cuando existe dolor físico no hay iluminación que valga y cuando hay ausencia de dolor pero hay dolor emocional, entonces sí puede abrirse la puerta a la iluminación.
Si existe dolor físico no se puede pedir a la persona que haga, encima, un trabajo para llevarlo con más entereza, porque se lleva …como se puede.
El dolor limita y te encierra en una cápsula de aislamiento donde sólo queda la vivencia entre el dolor y tú. No es posible transformar nada desde el puro dolor físico.
Sólo el dolor emocional abre la puerta a la iluminación. Cuando ya sólo te queda rendirse a lo que es, constatando con impotencia que ya no puedes hacer más de lo que haces
Frente a la enfermedad la actitud que te ayuda es la de estar como puedes, no como te gustaría estar.
Tienes derecho, en un momento dado, a sublevarte, a enfadarte frente a tu enfermedad, pero la actitud general tiene que ser la de no luchar, no añadir más tensión de la que ya tienes.
Rendirse a lo que es no es tirar la toalla sino dejar de entablar un combate dentro de ti mismo para ganar la batalla. Aquí no hay vencedores ni vencidos sino la sencilla constatación de una realidad que no cambia, como es la enfermedad.
Entonces sólo te queda acoger cariñosamente tu propia limitación dándote a ti mismo todo el cariño de que eres capaz.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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