“ Estoy aburrida. Tengo por delante tiempo para no hacer nada, y no es que no tenga cosas que hacer, cosas que voy dejando siempre para más adelante, como aligerar ese armario abigarrado, es que no me apetece hacer nada.
Por un lado, siento que es bueno para mí el parar, el no estar todo el tiempo ocupada haciendo cosas Sentarme en el sofá, a solas conmigo misma y preguntarme ¿cómo estoy?, para escuchar las respuestas que surjan desde mis tripas.
Por otro, no estoy un tiempo indefinido dejándome sentir, sino sólo lo que me pide el cuerpo. No hago un repaso mental a todas las áreas de mi vida, sino que escucho mi semáforo interior por si tiene algo que decirme.
Me tomo un tiempo en silencio para acogerme como me sienta, sin juzgarme por lo que surja. No tengo respuestas inmediatas y concretas a mis inquietudes, pero surgen indicadores, avisos en el camino de por dónde no ir, actitudes que me hacen daño a mí misma. Escucho las señales.
Después, no me apetece distraerme con nada. No quiero nada externo que me haga llevar la atención hacia fuera: un libro, una llamada telefónica…Tengo que hacer un esfuerzo por centrarme, llevar mi energía fuera de mí, y no me apetece.
Me acuerdo que el otro día leí una frase que me llegó: mira dejando que todo te llegue. Y encuentro en mi disco favorito la respuesta. Me tumbo en el sofá y me dejo empapar por la música, dejando que ella entre en mí y me conmueva. Dejo mi cuerpo y mis emociones abiertas al sonido del piano que oigo. No tengo que hacer nada más que dejarme llevar.
Cuando estoy aburrida me sale preguntarme qué me apetece hacer, cuando no me apetece nada. No quiero hacer ningún esfuerzo por entender nada, por comprender la lectura de un libro. Sólo dejarme estar abierta a recibir, pasivamente abierta.
Y estar así me encaja con el hacer meditación. Me dispongo a sentarme no con el objetivo de conseguir nada, ni siquiera el tener una buena meditación. Estar abierta, sin que se pida de mí ningún esfuerzo por alcanzar nada, me relaja. Meditar me conecta conmigo misma y siento que empleo el tiempo en una actividad cargada de sentido.
Y ahora dejo de sentirme aburrida. He dedicado mi tiempo a dejarme sentir y a hacer meditación. He estado receptiva y abierta desde la pasividad, actitud esta que me libra de esfuerzo e intención por conseguir nada. Eso era lo que necesitaba.”
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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