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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Actuar no es lo mismo que moverse

A unos discípulos que no dejaban de insistirle en que les dijera palabras de sabiduría, el Maestro les dijo: “La sabiduría no se expresa en palabras, sino que se revela en la acción”.

Pero cuando les vio metidos en la actividad hasta las cejas, soltó una carcajada y dijo: “Eso no es acción. Es movimiento”.

¿Qué diferencia hay entre la acción y el movimiento? La diferencia que existe entre hacer con sentido y el moverse de cualquier manera. Veamos

Si te ves inmerso en una actividad que no cesa, muchas veces innecesaria y con ansiedad, en la que acabas agotado, estás moviéndote sin orden ni concierto, haces por hacer, por no parar.

Me dirás que todo lo que haces sirve para algo y tiene su utilidad, pero puede que te muevas desde la dispersión, como quien da “palos de ciego” aquí y allá. Que sí, que siempre hay cosas que hacer, incluso en una casa hay trabajos a realizar por mantenerla al día, tareas que se han quedado pendientes o en el tintero. Pero… ¿sabes estar sin tener algo que hacer? ¿Te notas inquieto sin algo entre manos?

Actuar implica, en primer lugar, que tienes en cuenta tu ritmo de hacer las cosas. No sirve que intentes abarcarlo todo en un día cuando tu cuerpo sólo llega a unas tareas cada vez. Escucha lo que tú puedes hacer, no lo que deberías. Ese es el ritmo que debes respetar en ti, el tuyo, no el de los demás.

En segundo lugar, actuar es hacerlo desde la importancia que tú le das a lo que haces porque tiene un sentido para ti, y tú estás ahí, presente, en cada tarea que realizas.

Importa que seas consciente de que tú eliges lo que haces, por la razón que sea, bien porque te agrada, porque te interesa o te conviene. Incluso cuando cumples con una obligación, algo que no puedes evitar, también eres tú quien decide estar ahí. Ese es el sentido de lo que haces: el que tú lo eliges.

Y cuando actúas desde esa elección, como visitar a un anciano en la residencia, procuras estar todo tú ahí, no con la cabeza en otra parte o renegando de lo que haces y mirando el reloj para terminar cuanto antes. Recuerda: haces lo que eliges y, por tanto, estate con la mayor conciencia posible. Esta actitud da sentido a lo que haces: tu consciencia.

El que aprende a actuar dándose cuenta de lo que hace, sabe escuchar su cuerpo cuando le pide parar o reducir el ritmo. Cuando te encuentras sin nada que hacer ¿te buscas enseguida una tarea? Entonces, no actúas, te mueves.

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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