“Una de las más desconcertantes -y deliciosas- enseñanzas del Maestro era ésta: Dios está más cerca de los pecadores que de los santos.

Y lo explicaba así: Desde el cielo, Dios sostiene a cada persona mediante una cuerda. Cuando pecas, tú cortas la cuerda. Entonces Dios repara la cuerda mediante un nudo, con lo que te acerca un poco más a él. Con cada pecado que cometes, cortas una y otra vez la cuerda; y con cada nuevo nudo, Dios te va acercando a él progresivamente.”

Desde el profundo respeto a las creencias de cada uno, quisiera compartir con vosotr@s la búsqueda de lo espiritual. Estamos más cerca de nosotros mismos y de lo que surja ahí, cuando nos hacemos sensibles y humildes con nuestras imperfecciones.

Resulta paradójico que, cuanto más débiles nos podemos sentir e incluso vivimos situaciones duras, es cuando nos quitamos las corazas de: ”yo me basto a mí mismo” o “soy capaz de conseguir lo que me proponga”.

Nadie aprende desde la soberbia y la autosuficiencia, sino desde el sentir que no siempre se tiene la lucidez ni la entereza de actuar adecuadamente. Y desde esa humildad uno sale fortalecido porque comprendes y te acercas más a las limitaciones de los demás…y a las tuyas propias.

Lo espiritual no es algo situado en un lugar lejano…del cielo. Está situado tan cerca de ti como…tu propio interior. Dentro de ti existe “la fuente de la que todo mana” y sólo hace falta sentir la necesidad y las ganas…de tener sed.

Ganas de estar en paz con uno mismo y con los demás, ganas de aprender cuando creemos que ya estamos de vuelta de todo, ganas de ser sensible aunque, en el camino, se sufra por esa sensibilidad.

Tenemos libertad para tomar el camino que deseemos, ir por donde queramos, pero volvemos a toparnos con nosotros mismos cuando las cosas no salen como uno quiere, cuando se frustran nuestras expectativas y nos tenemos que mirar al espejo cara a cara.

Probablemente, no somos como nos gustaría ser: listos, inteligentes, con éxito…cualquier cosa que nuestra cabeza parlanchina, cual “pepito grillo”, se empeña en conseguir.

¿Y qué importa? Porque nada de esos deseos tienen que ver con lo que somos. Para SER no nos hace falta ni éxito ni agilidad mental ni demostrar a nadie lo que valemos.

Para SER hace falta humildad y ganas de estar en camino…sabiendo que siempre, cuando flaquees, sentirás que no estás solo ni dejado de la mano…

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es