Encarna es una mujer enamorada con la ilusión en su rostro de formar una familia. Ya de novios observa conductas en él que le chocan y le hacen pasar malos ratos, pero le gusta la atención que él le da y, además habla tan bien…
Que si él se enfada porque al recoger juntos en la tienda unas fotos para revelar Encarna ha dejado su nombre y no el de él. Que si jugando al tenis, ella con menos práctica, él tira la raqueta al aire porque se cansa de los fallos de su novia. Que si la familia de ella recibe las críticas constantes de él pero es la que le invita a pasar las vacaciones con ellos y la madre de él necesita, en cambio, comprensión y apoyo.
Encarna siente que está ante el mayor reto de su vida: dar amor a un hombre necesitado de él, ¿cómo si no se va a demostrar que el amor lo puede todo? Pero es muy duro el camino, aunque no se dé cuenta y crea que puede con todo, que para eso ella sabe querer incondicionalmente de verdad.
Y se va quedando muy sola porque se va apartando de todos aquellos que le quieren hacer ver que la relación no funciona, que ella sufre y llora muchas veces, aunque Encarna dice que nadie comprende a su pareja más que ella, que sabe por lo que ha pasado, la falta de afecto en su infancia.
Los años pasan y nada cambia en la relación, ni siquiera la fuerza del amor hace posible el cambio, porque ahora él empieza a sacar su mal carácter con los hijos a los que critica constantemente. La convivencia se hace insoportable, pero él dice: “viviremos la vida cuando los hijos se vayan de casa”.
Las humillaciones y descalificaciones son la tónica habitual: “si no me hubieras conocido qué habría sido de ti”. ”No tienes personalidad frente a tu familia ni con tus hijos”. “Cuando tomo mis decisiones ya pienso en ti, por eso no necesito consultarte”. Ella se queja pero aguanta…. cuánto aguanta.
Encarna pide ayuda profesional, pero ella en el fondo no se quiere separar, sólo arreglar las cosas, saber qué puede hacer ella para que las cosas funcionen mejor, para comprenderle más y estar más tranquila. Va a cursos de Yoga e incluso él se anima a acompañarla, pero aunque parece compartir con ella ideales e ideas, su comportamiento sigue siendo dominante y agresivo.
Cuando ella se lo hace notar él le dice: “eres tú quien me provoca y me saca de mis casillas, tú no valoras lo que tienes y me quieres hacer sentir culpable. La que tiene un problema eres tú. Eres una dramática y una exagerada”
No le pega pero sí le intimida físicamente: hay empujones, se pone delante de ella, cuerpo a cuerpo, y le grita a la cara para que no salga con una amiga o para que hagan el plan que él quiere aunque ella se encuentre mal. El miedo hace tiempo que se ha apoderado de Encarna pero no es consciente de ello. Sólo sabe que está alerta de cómo vaya a llegar él a casa cada día.
El miedo que le hace seguir a su lado porque no sabe cómo reaccionaría si se separase de él, que lo piensa muchas veces. El miedo a que le haga la vida imposible y le aparte de sus hijos, aunque su vida …hace tiempo que se volvió imposible, ella no lo puede ver.
Caminamos…Belén Casado Mendiluze
*El personaje de esta historia es ficticio. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.