-Paciente (P): Buenos días, Belén. Vengo a tu consulta porque necesito hablar de un tema muy doloroso que me hace sentirme muy mal. (Silencio…se pone a llorar…) Durante la infancia sufrí abusos sexuales por parte de mi padre. Fueron varios años en los que tenía pánico de que mi padre entrara a mi habitación y en los que no podía hacer nada ya que él me decía que no se lo contara a mi madre porque, según él, nadie me iba a creer. Incluso de joven me he llegado a sentir culpable y avergonzada de lo que me pasó.
-Terapeuta (T): ¿Cómo es tu relación en la actualidad con tus padres?
-P: Con mi padre no tengo ningún trato, no quiero saber nada de él porque nunca le he sentido como un padre. Con mi madre es más problemático ya que cuando me marché de casa, le conté lo que había vivido, no me creyó y siguió viviendo con mi padre como si nada. Yo comprendo que ella tenga sus propios miedos para enfrentarse a él ya que no se llevan bien…pero que no me crea a mí me parece terrible. Siento, en muchos momentos, que no tengo tampoco una madre y eso me duele más. ¿Por qué actúa así?
-T: Comprendo perfectamente tu falta de trato con tu padre como una decisión libre y consciente por tu parte que, sin duda, me parece la única posible dada la situación traumática que viviste. La actitud de tu madre, por otro lado, es una negación de lo que te pasó para no verse en la disyuntiva de tener que hablar de lo que ocurría en el ambiente familiar, en el que ella, probablemente, intuía algo de lo que pasaba.
-P: Mi madre vio mis cambios de humor en la infancia y no me protegió como debiera. Solía estar fuera de casa, trabajando, cuando ocurrían los abusos y yo le pedía muchas veces que no se fuera, que no me quería quedar sola. Ella me decía que me quedaba con mi padre pero tuvo que darse cuenta de que algo me pasaba con él.
-T: Con tu madre no vas a poder tener una cercanía de trato mientras ella no dé credibilidad a lo que viviste. Su mala relación de pareja y el seguir viviendo con su marido, a pesar de todo, es una manera de no querer ver la realidad de lo que pasó, realidad que ella se empeña en negar.
-P: Tienes razón, Belén. Me gustaría ayudarle ahora que le veo enferma, pero no me voy a forzar a hacer más de lo que me salga. Aunque ella no reconozca lo que yo viví quiero quitarme de encima ese sentimiento que tengo de suciedad y vergüenza, porque yo no hice nada para provocar esos abusos.
-T: Por supuesto. Tú no tienes la culpa de lo que te pasó y no tienes nada de lo que avergonzarte. Vamos a trabajar en profundidad para que te puedas liberar de esos sentimientos que son fruto de la impotencia que experimentaste en la infancia. Tú de niña no podías hacer nada para escapar de esa situación.
-P: Me he sentido muy comprendida por ti; eso es muy importante para mí y confío en que me ayudes a sentirme mejor con este tema que me duele tanto. Gracias, Belén. Hasta la siguiente sesión.
-T: Me alegro que te hayas sentido comprendida. Hasta la próxima.
*Este consultorio es una recreación ficticia de una sesión de terapia, que no responde a ningún paciente concreto.
Caminamos…Belén Casado Mendiluze
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