Aquella joven se había animado a ir de excursión al monte con un grupo de amigos porque le apetecía airearse después de una dura semana de trabajo. Iban haciendo risas de esto y lo otro, charlando animadamente, así que estaba pasando una mañana entretenida.
En un momento, se quedó rezagada del grupo para atarse los cordones de sus botas, y allí, al borde del camino, medio escondida entre la hierba, vio una piedra que tenía un brillo extraño. Se acercó y al cogerla se dio cuenta de que… ¡era de oro!
Rápidamente se la metió en el bolsillo de su cazadora y corrió hasta alcanzar a sus amigos con los que siguió andando como si no pasara nada. No le apetecía compartir su hallazgo con nadie; por una vez tendría algo para ella sola, se dijo.
Pero mientras se reía de las ocurrencias del chistoso del grupo iba pensando en todo lo que podría comprar con esa piedra. Era pesada y grande, así que le darían bastante dinero por ella, pensó.
Por fin, podría comprarse esa moto que tanto le gustaba e, incluso, hacer un buen viaje a donde le apeteciera. Su cabeza estaba en otra parte mientras escuchaba a sus compañeros hablar. Se sentía con una alegría especial y sus preocupaciones de la mañana habían pasado a un segundo plano.
De repente, se dio cuenta de que la piedra iba disminuyendo de tamaño conforme pasaba el tiempo, de manera que, lo que al principio era una piedra que no podía abarcar con la mano, ahora cabía en su mano cerrada y seguía haciéndose más y más pequeña.
Le entró pánico: “¡qué estaba pasando, ya no podría realizar sus sueños!” – pensó. Cuanto más miedo tenía más rápidamente se empequeñecía la piedra, que ahora era un simple guijarro jugueteando entre sus dedos.
Decidida a ver lo que pasaba, se volvió a quedar rezagada de los demás a propósito y ahí, entre sus manos, observó que de la hermosa piedra sólo había quedado una fina lámina dorada, enroscada como un pergamino. Lo desenrolló y aparecieron en él unas palabras escritas:
“Lo que atesoras con miedo a perderlo nunca lo disfrutarás plenamente.
Vive sin miedo y descubrirás mayores tesoros”
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce