Nadie es culpable de la rabia que sientes ni nadie es el que te provoca para que pierdas los nervios, pero si sigues sintiendo malestar dentro de ti, tendrás que prestarle atención para darte cuenta de qué te pasa.
La rabia no surge del aire quiere decir que si te sorprendes con arrebatos de mal humor, si reaccionas de manera desproporcionada a lo que te ha molestado, tienes una rabia acumulada por algo más que por lo que te ha sucedido en el momento.
Si a pesar de tus actitudes comprensivas, dialogantes y pacientes con el otro, sigues sintiéndote no tenida en cuenta, dejada de lado y no respetada, entonces tu rabia tiene que ver con esos sentimientos que te empeñas en ignorar o quitar importancia. No te puedes acostumbrar a sufrir.
Ya escribí que hay tres maneras de no hacer caso a lo que sentimos. La primera es quitarle importancia (“total, es una tontería que no va a ninguna parte”), la segunda es no hablar del tema (“si ya ha pasado para qué voy a volver a sacar el tema”) y la tercera es dejar pasar el tiempo (“mejor dejarlo correr y estar tranquila”). Con ninguna de ellas te acabas de sentir bien ni desparece el malestar que sientes.
Así que tu “prontos” o tus desaires tienen que ver contigo, sin duda, nadie tiene la culpa de ellos, pero tú tienes historias familiares o personales sin resolver. Igual me dices que tu vida funciona perfectamente y que no tienes ningún problema pero, entonces, ¿forma parte de tu manera de ser que tengas “explosiones” periódicas? ¿Es algo que no puedes evitar pero que, sin embargo, te descompone? Quizás no eres consciente de que sufres, pero tus arrebatos te dan un indicador de que no vives lo suficientemente en paz.
Hay algo en tu vida diaria que no funciona correctamente (unos padres que te martirizan con sus exigencias), alguna historia sin cerrar (una relación insana a la que vuelves una y otra vez), algún sufrimiento al que te has acostumbrado porque lo das por imposible de cambiar (una relación conflictiva de pareja). Sí, puede que tengas razón y esa persona no pueda cambiar esas actitudes que tanto daño te hacen, pero tú no tienes que hacer un esfuerzo por adaptarte a la situación; debes hacer un esfuerzo por salir de ella y vivir sin acostumbrarte a sufrir.
La vida es sentir lo que venga en cada momento (alegría, tristeza, rabia…) pero NUNCA es vivir sufriendo. No vas a demostrar a nadie tu entereza por soportar en silencio lo que te duele. Sólo demuestras que a ti te tienes poco en cuenta.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce