¡Qué difícil llevar estas tres frases a la práctica! Y sin embargo, en ellas se concentran gran parte de las dificultades en las relaciones humanas.
Porque puedes decir lo que necesitas expresar sin necesidad de agredir al otro con tu palabra, sin tener que justificarte ante los demás de tu actitud y sin buscar un culpable que a ti te haga sentirte mejor.
Claro que, cuando te atacan y utilizan palabras hirientes contra ti, no quedan más que dos opciones: callarte por aquello de “a palabras necias oídos sordos” y poner distancia de por medio, o responder sin caer en el juego de las mutuas descalificaciones. Depende del trato que tengas con la persona en cuestión: no es lo mismo un compañero de trabajo al que tienes que ver todos los días que un amigo con el que eliges si quieres estar con él o no.
Hay personas que, cuando las atacan, se quedan sin capacidad de reacción, bien porque son de reflejos lentos o porque les ha cogido por sorpresa. No importa que te tomes unos días para dejar sentir lo que te ha pasado y luego quedes con la persona en cuestión para decirle lo que necesites. No importa.
Suelo ser más partidaria de expresarse que de callarse, aunque sólo sea para que te oigas a ti misma decir lo que sientes, en un ejercicio de asertividad, aunque la otra persona no vaya a hacer “acuse de recibo”, ni le importe lo que le digas. Es bueno que escuches tu propia voz, con su tono y sus palabras para reafirmarte en lo que sientes.
Si te justificas ante los demás es que no acabas de creer en lo que haces y buscas la aprobación del otro para sentirte seguro. Dando explicaciones y pretendiendo que te comprendan, sólo consigues gastar una energía inútil que necesitas para ti mismo, para ser comprensivo contigo y con lo que necesitas en este momento. Comprendo que, en las relaciones cercanas, sea importante para ti sentirte comprendido, pero no caigas en la trampa de buscar esa comprensión a toda costa. Deja de hablar de los temas que el otro no está abierto a entender y actúa como necesites para estar bien.
Por último, sin culpabilizar a nadie es la manera como puedes dejar de ser moralista y de juzgar a los demás. En todo caso, di el comportamiento del otro que te ha sentado mal sin entrar en clasificaciones de personas buenas y malas. Deja de analizar cómo son los demás para centrarte en cómo eres tú.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce