El búho tenía fama en el bosque de ser el animal que más conocimientos tenía.
Podía recordar todos los nacimientos y fallecimientos entre los habitantes del
hermoso bosque en el que vivían, así como avisar con antelación a sus
compañeros del inicio de cada nueva estación.
Pero el búho se encontraba triste. Ya se iba haciendo mayor y sus facultades
se iban viendo mermadas. Su memoria ya no era tan prodigiosa como antes e
incluso se había dado cuenta, con desolación, que cambiaba unas fechas por
otras. Así que se sentía solo y apartado del resto de animales porque ya nadie
acudía a preguntarle por tal o cual evento en el bosque.
Llegó a oídos del pájaro sabio lo que le estaba pasando a su amigo el búho, y
se fue donde él a visitarlo. Se lo encontró dentro del hueco de un árbol
avergonzado y escondido. Acercándose a él le dijo:
-“He oído que no te encuentras bien y he venido a que me digas lo que te pasa”
-“¡Ay, amigo pájaro! Ya no sirvo para nada. Mi memoria ya no es como antes y
tampoco tengo la rapidez para avisar en el bosque de la llegada de cada
estación. Sólo me queda recluirme en este agujero y esperar la muerte” le
respondió el búho.
El pájaro se sonrió y le dijo:
-“ Todo lo contrario, mi querido amigo. Ahora tienes la oportunidad de ser un
búho sabio de verdad, en vez de limitarte a pensar y recordar. Pasa de la
cabeza al corazón y encontrarás en él la verdadera sabiduría. Tu corazón tiene
los mayores tesoros que puedas desear, sólo tienes que escucharlo y sentir”.
Así fue cómo el búho salió de su agujero y se sentó en lo alto del árbol
a…sentir. Observaba lo que ocurría a su alrededor y escuchaba lo que su
corazón le decía. Allí esa riña inútil entre las ardillas, aquí esas ganas
contenidas de abrazarse los koalas, y se acercaba a sus amigos a decirles lo
que necesitaban para sentirse mejor. Pronto la fama del búho sabio se extendió
por todo el lugar y acudían a él para pedirle ayuda y consejo.
Al cabo de un tiempo, el búho se acercó al pájaro que se había preocupado
antes por él y le dijo:
-“He venido donde ti a agradecerte lo que hiciste por mí. Gracias a ti ahora soy
un búho sabio de verdad porque he comprendido que la verdadera sabiduría no
está en saber muchas cosas sino en escuchar y sentir desde el corazón. Ahora
no sólo no espero a la muerte sino que he vuelto a nacer, querido pájaro.”
Autora: Belén Casado Mendiluce
Caminamos…Belén Casado Mendiluce