Tú ya sabes que fuiste niñ@ hace un tiempo, pero quizás no sepas que aunque ahora seas adulto tienes dentro de ti un niño esperando que le hagas caso.
Seguro que pensarás que aquella etapa ya pasó –“menos mal”, me dirás- y que ahora no te queda más remedio que funcionar con las responsabilidades de un adulto, pero si prestas atención a ese niño que quedó atrás, tu vida en el presente se beneficiará.
A veces, ¿no sientes ansiedad o tristeza cuando estás solo? ¿Te sueles sentir menos que los demás o que vales poco? ¿Tienes miedo a que nadie te quiera?. Si me respondes afirmativamente, intenta acordarte si, cuando eras niño, en algún momento también te sentiste así: triste, poca cosa, con miedo o con necesidad de cariño.
Son sentimientos bastante comunes. Casi todos los niños que fuimos tuvimos, en algún momento de nuestra vida esos sentimientos, ya que la educación que recibimos no nos enseña a hacer caso a lo que sentimos y cierta frustración por ello es inevitable.
Cuando de adulto te sientas de esa manera, imagínate delante de ti al niño que fuiste. Míralo cómo iba vestido y observa si está sentado en un rincón encogido. Quiero que cojas un cojín que tengas a mano y te imagines que representa a ese niño tuyo. Pon el cojín encima de tus piernas, habla con él y abrázale. Dile, con palabras que el niño pueda entender, que ahora como adulto le quieres hacer caso y preocuparte por él. Dile que le quieres. Entabla un diálogo de tú a tú con el niño que tienes sentado en tus piernas, y deja que también el niño te diga lo que siente y necesita.
Esa cercanía con el niño que fuiste te ayuda a sanar tus sentimientos de tristeza o miedo de adulto, porque esos son los mismos sentimientos de la infancia que se quedaron por el camino sin atender.
Si en el presente eres un adulto que intenta enfrentarse a la vida de la mejor forma posible, también puedes convertirte en un adulto para el niño que fuiste. Un adulto que le pueda dar al niño cariño, protección y cuidados que en algún momento le faltaron. Un adulto que quiere acercarse al niño para saber cómo se siente y sentirlo cerca, no para olvidarse de él porque ya pasó aquella etapa.
Haz caso a tu niño interior, no lo relegues al olvido. Tienes mucho para darle y… él a ti también.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce