Estamos a las puertas del fin de año y resulta tentador escribir sobre los buenos propósitos que todos nos hacemos para cambiar tal o cual aspecto de nuestra vida. No está mal proponerse dejar de fumar, hacer más ejercicio o tomar cenas frugales, pero cuando se trata de mejorar nuestro carácter o nuestra manera de relacionarnos con los demás, la cosa cambia.
Yo no me hago propósitos de enmienda cuando comienza un nuevo año porque son como los libros prestados que acaban rotos u olvidados, así que me digo a mí misma que intentaré vivir cada día como mejor pueda.
Lo que más valoro, por encima de todo, es estar tranquila, así que dedico un tiempo por la mañana para meditar en silencio. Es mi manera de cultivar un tiempo para parar, relajar mi mente y mi cuerpo y afrontar el día con otra actitud.
No te pienses por ello que estoy a salvo de alterarme o perder los nervios en un momento dado, no, pero eso no quita valor a lo que hago. Al revés, pienso que gracias a que me paro puedo vivir menos inconscientemente de lo que viviría si no hiciera meditación, lo he comprobado.
He comprobado que es muy fácil dejarse llevar por las mil tareas que tenemos que hacer en el día, que uno acaba sintiéndose como un autómata al que solo le falta que le den cuerda por la mañana para que vuelva a funcionar. Y que vivir así me provoca que acabe preguntándome: “¿qué hago yo aquí?”
Vivir como mejor pueda me libera de exigencias, ideales y teorías. Porque yo ya me sé las teorías, como todo el mundo, pero también sé que no se puede estar con una espada de Damocles encima de uno, a ver si vivimos con absoluta coherencia con nuestros principios, no.
No quiero llegar a ninguna parte, ni alcanzar ninguna meta, porque considero que lo que vivo cada día tiene suficiente valor por sí mismo sin tener que pensar en conseguir nada. Eso sí, tengo un faro en el camino, que es la meditación, pero intento no empecinarme en luchar contra la corriente cuando las cosas son diferentes de cómo me gustaría que fueran.
También me rebelo, siento miedo y deseos ¡cómo no!, pero voy día a día, sabiendo que si estoy lo más tranquila posible me daré más cuenta de las cosas y las afrontaré de la manera que sea mejor para mí y para los demás…de la mejor manera que pueda.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce