Me producen rechazo, no lo puedo evitar. Sí, ya sé que las personas que ahí se reúnen lo hacen libremente y que no existe una única manera de vivir la sexualidad, pero no puede dar igual todo, no todo es igual de válido sólo porque se elija libremente.
El intercambio de parejas es un terreno enormemente resbaladizo, se mezclan sentimientos y un grado de implicación personal del que no siempre se sale indemne, como si no pasara nada y no me dejara huella.
En nombre de la libertad de cada persona se cometen actos que dañan a otros y, sobre todo, nos dañan a NOSOTROS MISMOS, otra cosa es que queramos ser conscientes de ello o no.
Podemos ser “libres” para actuar vengativamente hacia alguien, buscando dar donde más duele, pero esa actitud no sólo hace daño a quien la padece sino también a uno mismo, porque el odio siempre destruye, no construye nada.
Por tanto, la verdadera libertad es aquella que me hace sentirme libre de enganches y ataduras de cualquier tipo, libre de tener odio hacia alguien, libre de comprarme constantemente cosas, de depender afectivamente de otro, de acumular dinero y también…de tener orgías sexuales.
Lo que llega a Donostia con las orgías VIP, no es más que la expresión de uno de los diversos enganches que tiene el ser humano, porque no me cabe duda de que los que estén ahí presentes son adictos al sexo.
No tomemos por normal lo que no lo es sólo porque se hace desde la llamada “libertad” personal. Y cuando digo normal no es lo que está socialmente aceptado, sino lo que permite a una persona mostrarse como es, en coherencia con ella misma. Y cuando digo libertad no es dejarme llevar por actitudes que me esclavizan sino sentirme libre para cada vez depender de menos cosas y personas.
Ese no es el camino de la libertad personal, el que se recorre con paciencia y comprensión hacia uno mismo para estar en paz consigo mismo y con los demás, el que te va haciendo desprenderte de lo que no eres para encontrarte con tu yo auténtico y real.
Hay tantos enganches socialmente admitidos que parece que sólo queda acercarnos curiosos a observarlos. Yo, desde aquí, ofrezco mi ayuda como psicoterapeuta a los que asistan a esas fiestas…creo que la necesitan.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce