A veces te resistes a relacionarte con personas que han cambiado en su forma de ser. Ya no quedan contigo con la frecuencia de antaño, y si quedan vienen con la familia al completo en vez de quedar él y tú a solas como te gustaría.
Siempre planteo la misma disyuntiva: si te compensa mantener la relación que hay o prefieres tirarla por la borda, así de sencillo. “Para lo poco que me aporta…”, me dirás. Puede ser pero, en el fondo, prefieres mantener el contacto con esa persona que desparecer de su vida.
“¿Y si le digo que por qué no quedamos a solas en vez de que venga con su mujer?” Si ya sabes que tu amigo no es una persona que vaya a entender lo que le propones y se puede molestar hacia ti por lo que malinterprete como un rechazo hacia su pareja, yo no le diría nada.
Lo que no nos damos cuenta por nosotros mismos porque no estamos abiertos a ello, difícilmente va a provocar en nosotros un despertar porque nos lo digan los demás, así que mejor dejarlo estar; como digo yo, deja a cada uno en paz.
Y resulta que cuando, por fin, quedas con él, te sientes a gusto porque sigue habiendo una corriente afectiva entre vosotros. Te has dado cuenta de que, estando lo más relajado posible, no mantienes ninguna expectativa de cómo tendría que ser el encuentro y te permites disfrutar de lo que hay, aunque sea poco.
Para mí, ese es un punto importante. Estar lo más relajado posible. Para que mientras estés con él no estés pensando en cómo tendría que ser tu amigo sino en lo positivo que te aporta el estar con él.
El segundo punto clave es que esa persona no te falte al respeto ni te sientas incómodo con él. De manera, que si estás relajado y sigue estando presente una corriente afectuosa entre vosotros, mejor mantener lo que hay.
Acepta lo que cada persona te puede dar. Sin analizar por qué no te da más de lo que te da, sin echar la culpa a terceras personas de que tu amigo sea como es (“claro, con la mujer que tiene…”), sin rebelarte e ir refunfuñando al encuentro con él porque tienes que aguantar la chapa de su familia.
Vete tranquilo y con la conciencia de que sigue existiendo entre vosotros un afecto que os une. Seguro que acabas disfrutando más de lo que pensabas.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce