Para llamarse Padre no hay que serlo por derecho biológico sino por reconocimiento de los hijos que te sienten como alguien cercano.
A veces, me pregunto en qué consiste ser padre, tenemos más interiorizado el papel de una madre cercana que el de un padre afectuoso; las más de las veces el padre es una figura ausente por trabajo o que se desvinculó afectivamente de la educación de los hijos.
Siempre he pensado que para ser padres no hay que pretender ser modelo de nada ante nuestros hijos; peores son los ejemplos que les damos cuando queremos convertirnos ante ellos en un modelo a seguir; no se puede falsear la realidad de lo que somos, así que creo que para ser padres lo único que nos queda es educar con el ejemplo.
Y en eso, creo que padre o madre es lo mismo. Porque educamos a los hijos con nuestra particular forma de ser y de vivir. ¿De qué sirve decirles cómo hay que tratar a los amigos cuando tú mismo te desentiendes de ellos? ¿De qué sirve hablarles de cómo relacionarse en pareja cuando la tuya propia hace tiempo que se marchitó?
A tu hij@, lo que le vas a transmitir, sobre todo, es cómo eres tú, tu manera cotidiana de vivir, tu día a día. No pienses en la imagen que de ti te gustaría que tuviera tu hijo, sino en si tú te conoces lo suficiente a ti mismo como para tener la menor de las contradicciones e incoherencias posibles ante él.
¿Que quieres que tu hijo confíe en ti y te cuente sus problemas? Pregúntate si, como padre, eres una persona que habla de sus propios sentimientos con los demás y si eres capaz de no juzgar a las personas que viven de manera diferente a ti. No puedes estar cercano a tu hijo si tú mismo no eres consciente de lo que sientes y vives.
Preocúpate entonces por conocerte a ti mismo como persona, y la labor educativa como padre se dará por sí sola, no te hará falta hacer grandes esfuerzos. Preocúpate por tener un mínimo de autoestima, por ser coherente entre lo que dices y cómo actúas y por querer mejorar como persona para crear a tu alrededor el necesario clima de cariño y confianza.
Las veces que como madre he sentido que he fallado ante mis hijas, no ha sido por no haber estado a la altura de las expectativas que ellas tenían de mí como madre, sino por no haber vivido en mi vida con la suficiente consciencia que necesitaba.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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