En el bosque reinaba un silencio inusual. Los animales no se sentían con ganas de relacionarse entre ellos, ni siquiera de buscar su alimento diario; simplemente, se quedaban en sus madrigueras a esperar que pasara el día.
El señor búho que desde lo alto contemplaba lo extraño de la situación decidió tomar cartas en el asunto y convocar a todos los animales a una reunión en el claro del bosque.
Cuando llegó el día señalado del encuentro, el señor búho, apoyado en lo alto de la rama del árbol, tomó la palabra y dijo:
-“Os he reunido aquí porque os pasa algo que no consigo entender. Estáis aislados cada uno en su madriguera y os estáis abandonando hasta para comer. ¿Qué os pasa?”
Ante el silencio de todos los animales, se adelantó la ardilla que dijo:
-“Estamos deprimidos, señor búho. Entre nosotros ha corrido la voz de que todos tenemos que morir, y estamos con tanto miedo que preferimos quedarnos escondidos en nuestras madrigueras”.
El señor búho se quedó en silencio dejando sentir las palabras de la joven ardilla. Nunca antes se había planteado esta situación en el bosque y no sabía muy bien cómo tenía que actuar para ayudar a sus amigos. Al cabo de un tiempo, dijo:
-“Es verdad que todos moriremos algún día, pero, ¿por qué os preocupa ahora eso cuando ni siquiera antes pensabais en ello?”
-“Alguno de nosotros pensó que podíamos hacer como los humanos, que se consideran superiores a nosotros por su capacidad de pensar, y que debíamos reflexionar sobre el sentido de la vida. De ahí llegamos a pensar en la muerte, y todos los animales nos quedamos muertos de miedo”-dijo la ardilla.
El señor búho se sonrió para sí, bajó volando hacia el centro del claro y dijo:
-“Vosotros antes no conocías el miedo más que por mera supervivencia. Ahora tenéis miedo de existir y el miedo no os hace más sabios, como los hombres, sino más enfermos. Dejad de pensar, y volveréis a recuperar la salud física y de cabeza. Vivid simplemente y dejaréis el miedo a un lado.”
Los animales respiraron aliviados. Ahora podrían volver a ser como siempre habían sido. Ahora podrían vivir no pensando sino VIVIENDO.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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