Respeto, esa palabra tan oída pero menos conocida, me ha motivado a escribir sobre ella para descubrir lo que realmente es. A ver si lo consigo.
A priori, pienso que respetar es no decir ni hacer nada que pueda herir a otra persona, pero esta frase tiene más calado del que aparenta. Veamos.
¿El respeto incluye también la forma de decir las cosas? Porque no me va a sentar igual que me digas: “eres un egoísta” que “te estás comportando como un egoísta”. Sí, ya sé que en la velocidad de una conversación, no nos detenemos a hablar con esas precisiones, pero es cierto que la forma en la que expresamos lo que queremos decir es tan importante como el contenido en sí.
El respeto también incluye el ponerse en el lugar del otro, “calzarse sus zapatillas”. Aunque un comentario nos parezca sin importancia, puede que le resulte ofensivo a la otra persona, así que hay que abstenerse de decirlo, ¿difícil, no? Hay que tener en cuenta, pues, la forma de ser del otro para no herir sensibilidades sin darnos cuenta.
Y ahora, entramos en un tema central. El respeto por el otro nunca debe pasar por encima del respeto a uno mismo. Si para tener en cuenta a una persona tengo que hacer algo que me anula a mí mismo, mal asunto. Si a mi pareja le apetece invitar a un amigo a pasar unos días en casa sin contar con mi opinión, mal vamos a andar.
El respeto por uno mismo incluye el tener en cuenta y dar valor a mi forma de ser, a lo que necesito y me hace sentirme bien. Si valoro la comunicación y el compartir las cosas, no tiene sentido que por agradar a alguien acabe cediendo a su manera de hacer la cosas sin tenerme en cuenta. ¿Por qué te dejas en segundo lugar?
Si tú eliges conscientemente agradar al otro aunque tu acción no encaje con tu forma de ser, es tu elección. Pero hacer eso habitualmente te va a obligar a pagar el precio de anularte a ti mismo y ese es un precio demasiado alto para convivir con él. Así que respétate a ti mismo si quieres aprender a respetar al otro.
De manera que respetar al otro implica conocerle y, lo que es más importante, valorarle como persona, resaltando sus cualidades y animándole a desarrollar sus potencialidades. Pero, no nos olvidemos que, por encima de todo, está el respeto por uno mismo porque si uno no se quiere a sí mismo, el otro no podrá darnos lo que necesitamos para sentirnos bien.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com