En la vida se viven situaciones duras que se mantienen en el tiempo y en las que hay que saber estar sin pretender quitárselas de encima ni “arreglarlas” rápido y deprisa para sacudirnos el sufrimiento.
A nadie nos gustan los conflictos, es evidente, pero hay momentos en que no se pueden evitar ni tampoco los podemos arreglar de manera inmediata. Nos revolvemos como un gato panza arriba y actuamos a la desesperada. ¿Qué podemos hacer?
Hay que estar ahí, con la conciencia de que hacemos lo que podemos. No siempre podrás mantener la calma, ni tampoco se trata de eso. Porque puedes necesitar contactar con tus sentimientos de rabia, por ejemplo, y sea sano que también los expreses, para que no se quede nada retenido en tu interior.
Saber convivir con el malestar es un aprendizaje que cuesta hacer, sobre todo porque nos han enseñado a quitarnos el malestar en seguida, no sufrir, cuando si el sufrimiento permanece ahí es porque tenemos algo que aprender de él, y sólo sintiéndolo se puede mejorar nuestra vida.
Puede que te haya llegado el momento de poner límites cuando actuabas con “manga ancha” creyendo que así te querrían más. Puede que se te haya puesto una situación en tu vida “patas arriba” y te sientas descolocado y desconcertado, pero si ha surgido así será porque tal como se mantenía esa situación en tu vida, no era sana para ti.
No pretendas solucionar las cosas rápidamente, “quitarte el muerto de encima”. Date tiempo para que puedas sentir y reposar el tema sin prisas por arreglarlo. Toma las decisiones que tengas que tomar procurando que el miedo, la obligación y la culpa sean las mínimas posibles. Y tendrás que convivir con el dolor de ver relaciones rotas o sin posibilidad de encuentro, por el momento. Así tiene que ser.
Al principio estará más presente tu malestar interior, porque estarás acusando el “golpe recibido”, y es normal que sea así, pero conforme pasen las semanas, podrás llevar tu atención a tus actividades diarias…y dejar descansar tu mente. Ten paciencia contigo mismo porque necesitas ir a tu ritmo para vivir lo que te duele. A principio puede que verbalices más lo que sientes y luego quieras hablar menos de lo que no cambia, por el momento.
Procura, pues, no pensar mucho en lo que te preocupa, salvo cuando se hace presente en tu vida con algún incidente, porque ya sabes… “cuanto más piensas menos ves”.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
www.psicologiapersonalizante.com