Necesitamos utilizar nuestra energía interior para tomar partido, para quejarnos cuando una situación nos parece injusta o hablar con énfasis y convicción de aquello en lo que creemos.
Se oye tanto eso de aceptar e incluso comprender a los demás que parece que todo es relativo. Como, pensamos, cada uno tiene su parte de verdad, no me atrevo a defender aquello en lo que creo, no sea que esté equivocado y no tenga en cuenta cómo el otro lo ve.
Pues hay que poner energía cuando hablamos, expresarnos con convicción –si no la tengo yo cuando hablo, ¿quién si no?-. Hablar poniendo el alma en lo que decimos, todo lo contrario a ser pusilánimes, personas que no se definen en lo que piensan para así navegar en todas las aguas. Necesitamos defender nuestras ideas, tomar partido, aunque nuestra elección nos aparte de algunos…
Vamos, que no se puede nadar y guardar la ropa con el pretexto de acoger a todo el mundo, de crear buen ambiente y de no incomodar a nadie; uno no es mejor persona por ello sino que se convierte en alguien que va con miedo por la vida; miedo a cómo reaccionen los demás y miedo a que me aparten de su lado y me quede solo.
Y si en el camino de apostar por mi forma de pensar me doy cuenta de mi equivocación, pues ya me abriré a lo que me diga el otro, reconociendo mi fallo con humildad. Pero primero defendamos lo nuestro sin miedo a equivocarnos, sin querer convencer a nadie pero apostando por mí, en primer lugar. Es así como voy encontrando cuál es mi criterio sobre las cosas, lo que es más afín a mí y lo que no, lo que prefiero y lo que rechazo. Es así como me voy conociendo cómo soy y dando valor a lo que siento, tomando conciencia de que tengo derecho a ser así, como yo quiero ser.
No puede ser que me dé igual todo, “arre que so”, que me adapte a todas las situaciones y que eso lo convierta en símbolo de virtud. Hay que decir que “no estoy de acuerdo con cómo has actuado, que lo que has dicho me ha resultado ofensivo y que no tengo ganas de propiciar más encuentros contigo”.
Caminaremos…Belén Casado Mendiluze