Estás inmerso en un viaje inevitable, en un viaje que se te ofreció al nacer y que no puede vivir nadie por ti porque tu vida misma te pertenece, es tu propio viaje.
No hace falta que recorras países en un ansia de conocer y experimentar porque lo que tienes que vivir no está fuera sino dentro de ti, así que tu viaje es un viaje interior, el que te va a llevar a conocerte a ti mismo. ¿Estás dispuesto?
Todo lo que tengas que aprender en tu vida, todas las preguntas que te hagas que necesiten una respuesta, requerirán que te relaciones con los demás y que te pares para dejar sentir en tu cuerpo cuál es la respuesta que más encaja contigo. No puedes aislarte de los demás pero tampoco de ti mismo.
¿Cómo sé lo que quiero?, me preguntas. Eso es un camino en el que, poco a poco, tienes que dar valor a lo que sientes, no tanto a lo que piensas. Es como ir a un restaurante y no saber qué pedir, ¡pide lo que más te guste y te apetezca! De la misma forma, haz aquello que intuyas que te sienta bien a tu persona, ¡confía en ti!
En el viaje que vas a hacer en tu vida, no podrás evitar sufrir, pero también te digo que de tu sufrimiento sacarás una lección que te ayudará a caminar. No tengas miedo, que todo pasa y nada permanece en el dolor. Confía en que en tu camino no estás solo y que existe una Conciencia que vela por ti y de la que formas parte.
No te preocupes si en tu caminar hay momentos en los que sientes miedo. El miedo es natural como tantos otros sentimientos. El miedo no es tu enemigo, no está ahí para hacerte sufrir gratuitamente, sino que necesitas vivenciarlo para no cerrarte a tu debilidad y creerte que todo lo puedes. Acuérdate, en la debilidad también hay fortaleza, la fortaleza de quien no huye de nada por mucho que le duela.
Expresa todo lo que sientas necesidad en cada momento: tu tristeza, tu rabia, tu alegría o tu dolor. No quieras ser tan educado y elegante que te desconectes de tu propia mismidad. Porque tú no has venido a este mundo para alcanzar la perfección sino para ser tú mismo con todas las consecuencias, y esas consecuencias nunca serán para hacerte daño.
Ten paciencia en tu caminar, no quieras correr para llegar a ninguna meta, porque se te regaló la vida no para que hicieras de ella una competición contigo mismo sino para que la vivieras lo más conscientemente posible. No necesitas demostrar nada a nadie, ni siquiera que vales como persona porque ese valor ya se te dio al nacer, ¡aprovéchalo!
Camina en tu vida ligero de equipaje. No te tienes que cargar en tu vida con conocimientos, leyendo o haciendo interminables cursos de crecimiento personal. La sabiduría no es llenar tu mente de contenidos sino que ser sabio es vaciar tu mente para estar abierto a vivir con consciencia.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
www.psicologiapersonalizante.com