He descubierto que existe una tradición en Japón según la cual cuando se rompe un jarrón, se repara llenando de oro las grietas y volviéndolo a recomponer. Se considera que es una manera de realzar la belleza de la pieza sin obviar la rotura que ha sufrido.
Me ha parecido una bella metáfora de lo que nos pasa en la vida. Queremos, muchas veces, vivir una vida sin sufrimiento, pero lo que hemos vivido y sufrido en nuestro camino son como las grietas recubiertas de oro en un jarrón, que lo hacen más hermoso a la vista.
¿Cómo recubrimos de oro nuestras grietas? Dándonos cuenta en primer lugar, de que, lo que hemos sufrido no es algo de lo que avergonzarse, negarlo ni luchar contra ello. No ensalzo el sufrimiento, evidentemente, pero forma parte ineludible de nuestra vida, así que no pretendas borrarlo sino…aprender de él.
Esa es la manera de embellecer nuestro particular jarrón roto. Saber que, si actuamos con consciencia, aunque suframos –un enfrentamiento, una pérdida, una mala salud…- , podemos convertirnos en personas que aprendemos algo de todo ello -aunque sea a vivirlo con humildad- y eso puede servir de ayuda a los demás. La consciencia nos salva del fracaso y el sinsentido. Todo aquello que vivas con consciencia, aunque sientas dolor, se convierte en un tesoro dentro de ti; esa es la belleza de lo imperfecto.
En momentos de nuestra vida nos podemos sentir “rotos”, vacíos y sin consistencia. Pero precisamente el vivir nuestra debilidad con consciencia es lo que nos hace fuertes por dentro, y eso se nota. Esa es una riqueza interior.
Hace unos días escuché una entrevista al periodista Andrés Aberasturi, en la que contaba su experiencia por tener un hijo con una grave parálisis cerebral. Estuve muy de acuerdo con él cuando decía que él no tenía nada que agradecer por vivir esta enfermedad ni que él había aprendido nada de ella. Pero fue tal la humanidad, sencillez y humildad que desprendía, que sus palabras me impactaron hondamente. Eso es un ejemplo de vida.
“En la debilidad está la fortaleza”, y es verdad. Porque no hay mayor belleza que sentirse roto y seguir caminando conscientemente por la vida. Eso es llenar de oro tus propias grietas.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
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