En ocasiones, cuando estás haciendo algo que te gusta y en lo que concentras toda tu energía, te sientes fluyendo como un río. Dejas de hacer un esfuerzo para trabajar y disfrutas con lo que haces. Te enfrascas en algo que te apasiona y pierdes la noción del tiempo.
Todo te resulta fácil
Y te sientes fuerte porque tu “darte cuenta” y tú sois uno y no hay nada que te llames más la atención que lo que estás haciendo ahora. Nada te distrae porque tú llevas tu atención a donde quieres llevarla, al presente.
Sientes que tienes luz en tu interior y esa luz se proyecta hacia lo que estás haciendo, quitando la sombra y llenándolo de claridad.
Eres lo que reflejas
Sin embargo, sintiendo esa fuerza dentro de ti puedes creerte que eres poderoso y que estás libre de equivocarte. Que todo lo que expreses al exterior sólo por el hecho de salir de ti es adecuado y positivo.
Te dejas llevar por tu energía
Ella te controla a ti, no tú a ella
Y dejándote llevar por ella pierdes tu capacidad de ser consciente de lo que expresas, de “cotejar” lo que sientes con lo que quieres transmitir al otro.
Siente, fluye como el río pero no pierdas el contacto contigo mismo. Tu “darte cuenta” es como una brújula que te orienta hacia qué camino tomar.
Ahora para, quédate quieto.
En silencio
Luego, di lo que sientes que puede ayudar a la otra persona o a la situación.
Todo sin prisas, sin urgencia por expresar todo lo que bulle en tu interior. Porque el río fluye pero también puede quedarse en un remanso de tranquilidad.
En el que sigues siendo tú.
Sin perderte.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
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