Considero el dar a luz como uno de los actos de amor más maravillosos que existen. Hace poco leí este post que me hizo reflexionar acerca del momento de recibir a nuestro hijo. Pienso que efectivamente es un acto que ha perdido parte de la magia que venía inscrita en el parto por los siglos de los siglos.
Un nacimiento suele traer alegrías, sueños, ilusión y un montón de lecciones. Eso sí, creo que tenemos que estar muy atentos a las distintas señales y mensajes que los hijos traen para nosotros.
Hace ya algún tiempo aprendí que los 2 primeros años de los bebés son una simbiosis con la madre y sienten todo aquello que su mamá está viviendo. De hecho, el observar cómo los bebés somatizan estos dos primeros años las experiencias de sus madres me resulta muy interesante, además de mágico. Me entristece observar cómo socialmente hemos olvidado que los bebés tienen su instinto y sexto sentido altamente desarrollado; algo que nos hace obviar cómo son capaces de sentir más allá de nuestro intelecto. Pienso que cuando nacen los bebés y ejercemos como madres, nuestra mente racional debería estar más dormida y dejar a nuestro instinto florecer, aparcando al otro lado del camino aquellos mitos, tabúes y experiencias de otros sin fundamento.
Invitaría a las futuras mamás, a las nuevas, a las actuales, a las antiguas, y por supuesto a los papás y resto de familiares interesados, a que se informen sobre distintas posibilidades en torno a los niños: nacimiento, lactancia, educación, crianza y todo lo relacionado con la maternidad y paternidad; que investiguen y decidan cómo ser los mejores papás para sus hijos, todo ello lo más acorde a sus necesidades y preferencias. Soy de las que cree que, lamentablemente, para ser madre y padre no hace falta ninguna formación; sin embargo para todo lo demás en la vida sí que nos piden acreditaciones. Y creo que esto sucede porque no hay información, no por desinterés de los padres y madres; ya que pienso que todos los padres y madres del mundo quieren lo mejor para sus hijos. Así que ojalá esta ola de cambios que la crisis está trayendo aporte una mayor consciencia a la hora de aventurarse en la maravilla de la maternidad y paternidad.
Estas dos últimas semanas han nacido bebés muy importantes para mí. Estoy feliz, además de diferente. El hecho de tener vida nueva cerca de mí me hace cambiar, me hace reflexionar y cuestionarme muchos interrogantes, así como tomar decisiones insospechadas para mí en situaciones que nunca antes me había planteado que podrían suceder.
Ante todo esto, me siento más completa, me llena, me da luz y me gusta crecer. Por lo tanto, para mí, los nacimientos son siempre un motivo de crecimiento personal. Y ¿por qué es así? Supongo que por el hecho de ser experta en algunos temas de maternidad y conocer a los bebés y a las mamás más allá de su piel me hace tener información “privilegiada” sobre determinadas situaciones. Y todo esto vuelve a mí en forma de lecciones personales y aprendizajes invisibles que penetran en mi ser.
Me gusta esta sensación, me gusta la maternidad, me gusta la infancia, me gusta aprender y sobre todo crecer. Por lo tanto, puedo decir que los nacimientos llenan de vida mi propia luz y de luz mi propia vida.