La semana pasada ya os dije que era el último día que Manuel Villar colaboraba en el blog, pero os aclaraba que el consultorio seguía adelante de la mano de una nueva colaboración. A partir de hoy, contaremos con la ayuda del etólogo canino Martín R. Ojeda quien, al igual que hacía Manuel hasta ahora, unas semanas contestará a alguna de vuestras consultas y, otras, no escribirá sobre algún tema del que seguro que tenemos mucho que aprender. Todo esto seguirá siendo, como hasta ahora, los lunes.
Martín es etólogo de Servicios Caninos Integrales,empresa de Donostia (Gipuzkoa) que brinda diferentes servicios para los perros como son el de asesoría, terapia canina y modificación de conductas relativas a problemas de comportamiento, manipulaciones neonatales, asesoría en adopciones, adiestramiento en obediencia y/o asistencia, programas de ejercicio y traslados a veterinario /peluquería.
Del CV de Martín podríamos destacar lo siguiente:
Pero ¿quién mejor para presentar a Martín que él mismo? Además, nos cuenta qué le hizo dedicarse a esto:
“Desde pequeño me gustaron los animales, especialmente los perros, pero no podía tener mascota ya que mis padres responsablemente no me lo permitieron, por aquello de que “un perro no es para un piso pequeño”.
Por supuesto, el tiempo pasó y cuando cosas de la vida hicieron varios años después que quedara sólo viviendo en el piso, conseguí el permiso paterno para hacerme con un compañero bajo la condición de que fuera de poco tamaño; condición que cumplí “al pie de la letra” con un pastor alemán de tamaño buey, al que llamé Nick.
Mi buen Nick fue mi compañero de andanzas desde sus treinta días de edad, siendo primero mi fiel amigo varios años y, luego, constituyéndose en compañía de mi madre y padre hasta poco después de cumplir sus doce años; momento en que debido a graves y distintos problemas de salud que le aquejaban tuvimos que seguir el consejo del veterinario y dejarle marchar.
Varios años pasaron, y me hallaron sentada la cabeza y viviendo con mi mujer, a quien siempre le habían gustado los pastores vascos, de modo que la llegada del peludito a casa fue la “crónica de un arribo anunciado”. Curioso fue que tres meses después me enamorara yo de una cachorrita de border collie que pasó a ser el segundo miembro de la manada y, más curioso aún, que tres meses después llegara la tercera cuya identidad racial aún seguimos sin fijar entre border collie, pastor australiano, o mixta de pastor vasco y border collie.
Hasta aquí todo bien. El tiempo fue pasando y fuimos avanzando tranquilamente, con las complicaciones propias de tener tres perros, por supuesto; y tratando de suplir nuestra inexperiencia con el cariño que les profesamos.
Un día, sin embargo, al volver del paseo con los tres, las dos hembras se enzarzaron en una pelea que sofocamos rápidamente sin mayores inconvenientes, pero que marcó el inicio de una etapa terrible. No solo se repitieron los episodios, sino que fueron creciendo en intensidad y daños para ellas (he perdido la cuenta del número de puntos de sutura que lleva cada una) y para mí, ya que llegó un momento en que para evitar que se lastimaran a lo único que atinaba era a interponerme en la trayectoria de las mordidas.
No exagero si digo que lo probamos todo para solucionar el tema. Llevé adelante lo aconsejado por cierto programa de televisión, leí cantidad de libros, cambié la disposición de los muebles, medí al centímetro nuestros movimientos para que ninguna se sintiera más o menos importante que la otra, usamos feromonas, hierbas y pasamos por las manos de un adiestrador que nos empeoró severamente las cosas.
Fue entonces cuando, como nada funcionaba, mientras estaba ya buscando con todo el dolor del alma otra casa para la pequeña porque no veíamos más salida responsable que separarlas, que se me ocurrió dejarme de cosas e ir a la fuente. No iba a darme por vencido hasta que hubiera hecho todo lo que estuviera en mi mano, y eso incluía estudiar etología.
A eso me puse con el afán de, al menos, entender lo que sucedía entre mis “niñas” a quienes les dábamos todo pero, evidentemente, no como había que hacerlo. Y al estudiar y profundizar en ello, trabajando en mejorar nuestro caso, descubrí un mundo fascinante que me cautivó de tal modo que decidí dedicarme a él para intentar así mejorar la convivencia entre los dueños y sus canes.
No puedo menos que estar encantado con la oportunidad que se me brinda de llegar hasta ustedes por este medio, para juntos así poder comprender mejor a nuestros amigos peludos y sus necesidades, y ser capaces de disfrutar de ellos y con ellos como se merecen.
¡Espero estar a la altura!”
Martín está trabajando mucho en artículos para el blog y en las consultas vuestras que ya le he pasado, tanto él como yo tenemos muchas muchas ganas de seguir ayudándoos. Los que queráis hacer una consulta a Martín, tenéis que proceder como lo hacíais hasta ahora, rellenando este formulario y enviándolo al correo del blog: unomasenlafamiliablog@gmail.com.