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Irene Crespo

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El dolor en los animales

Esta semana los veterinarios de la Clínica Lardy nos hablan sobre cómo detectar el dolor en los animales y acerca del mito de que ellos son más resistentes que nosotros al mismo.

“Todavía hay personas, en la sociedad en general y en la veterinaria en particular, que sigue creyendo que los animales son más tolerantes al dolor que los seres humanos.

Este es un concepto que hay erradicar ya que la única diferencia es la forma de expresarlo.

Los mecanismos nerviosos que participan en las etapas de la respuesta a estímulos dolorosos son básicamente iguales entre los animales y el hombre. Los neurotransmisores y las vías nerviosas sobre las que actúan comparten los mismos fundamentos para su funcionamiento y, por otro lado, se sabe que el umbral necesario para desencadenar la respuesta muestra tantas diferencias entre humanos y animales como las diferencias que se ven entre las distintas personas.

El dolor es un fenómeno complejo que depende de aspectos biológicos y fisiológicos pero también de la especie animal, la raza, el tamaño, el rol del individuo, el entorno y las experiencias previas de dolor por las que haya pasado.

Todo esto sumado a la  imposibilidad de comunicarse del animal hace complicado un diagnostico precoz y acertado del problema.

En la especie humana, cuando tenemos dolor, lo vocalizamos (“lo decimos”), no vamos por la calle dando gritos o llorando, que es lo que el propietario cree que tiene que hacer su animal cuando tiene dolor. Mucha gente cree que si su perro mueve el rabo y está contento cuando llega a casa  o le hace caso no puede tener dolor. Son situaciones distintas. El animal se alegra de ver al dueño o de que este le preste atención o le saque a la calle, pero esto no quiere decir que no tenga dolor.

 Lo mismo nos pasa a nosotros, un ejemplo: una persona es operada y se queda ingresada varios días en el hospital. Cada vez que recibe la visita de un familiar o amigo sonríe e incluso gasta bromas sobre su situación. Que el paciente se ría  no quiere decir que no tenga dolores, sino que se alegra de ver a las personas que le “hacen caso” y le visitan.

Hay que estar atento a cambios de conducta (dejar de jugar con otros perros, no saludar a la gente), actitudes extrañas o poco habituales (meterse debajo de la cama, orinar fuera  de la bandeja en el caso de los gatos), pérdida de apetito, trastornos del sueño(pasear por la noche por el pasillo), restricción del movimiento (no saltan, les cuesta subir escaleras, ir al ascensor, se quedan atrás en el paseo), cambios en el estado de ánimo, etc…

Ante la duda, acudir al veterinario y, si no se localiza la fuente del dolor (a veces es complicado), se puede instaurar un tratamiento unos días y observar si hay mejoría o cambios en la actitud del animal o en su movilidad.

Conclusión: los animales no soportan mejor el dolor, sino que no lo dicen. Y una máxima: si tú sospechas que tu animal tiene dolor, es que lo tiene; si no, no lo hubieras pensado.”

Si tenéis cualquier duda sobre este tema, queréis hacer alguna consulta sobre la salud de vuestro peludito o queréis que los veterinarios de Lardy hablen sobre algún tema en concreto, sólo tenéis que escribir un correo a unomasenlafamiliablog@gmail.com, yo se lo pasaré inmediatamente a ellos y en unos días tendréis vuestra respuesta a través de este blog. Animaos, tantos ellos como yo estaremos encantados de ayudaros.

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Blog dedicado a todo lo relacionado con el mundo de las mascotas: adopciones de perros y gatos, eventos, consejos prácticos para cuidar a ese miembro tan especial de la familia.


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