“Cuando uno observa atentamente, diligentemente, no hay que aprender; sólo existe este vasto espacio, ese silencio, ese vacío que es energía devastadora”. K

Un  martes a las 7 de la tarde es la hora bruja para una madre que trata de ejercer. Tenemos un libro. ‘Mostaza pila bat, mesedez’ para llevar al colegio al día siguiente. Hemos trabajado diligentemente, o casi, durante un mes. Pero no hemos acabado. Julia y yo somos un tándem, pero es a mí a quien le toca leer en diagonal para saber cómo acaba la historia.

Con la ayuda de Sara-mi-hija-adolescente lo logro. El pato Joaquín no había acabado en el horno y el coprotagonista, un niño vegetariano, pide, en la fiesta de despedida , ‘Mostaza pila bat, mesedez’. Pero sobre su pastel, no sobre la hamburguesa, como hacen los demás. Respiro satisfecha.

-Tengo que llevar el libro mañana. -Julía abandonaba por un momento su mutismo acerca de las cuestiones escolares- Los de clase lo han traído hoy.

Decepciones de madre.