«Sólo yo permanezco tranquilo, sin tareas que cumplir, como un niño que todavía es incapaz de sonreir, siempre desamparado, como si no tuviese hogar». Lao Tse. El libro del Tao
Es empezar a leer el Tao y joderla. Decía en una entrevista Esther Ferrer que no se separaba del libro de Lao Tse. A él acudí en busca de templanza. Leer la obra cumbre del filósofo chino es como dejar de fumar. Al principio no puedes ni planteártelo. Poco a poco y con los años te das cuenta de lo que quería decir el del Tao y que al principio tanto te molestó. Ocurre entonces como con los cursos de inglés a edades avanzadas. Llegan demasiado tarde.
El del sabio es el ideal. Y a la tarde están los niños.