En la apacible Donostia, en la de la bahía de la Concha, en la ciudad
que adormece la creatividad vive otro monstruo de Amsteten. Su
existencia había pasado desapercibida pero una noticia publicada el
viernes en DV ha alertado a los sabuesos.
Los hechos comenzaron cuando la niña tenía tres años y se prolongaron durante más de siete. Separado de su mujer, el padre aprovechaba el régimen de vistas para actuar. Además de abusos sexuales, sometió a la niña a un continuado maltrato psíquico. No le permitía acudir al comedor del colegio, a deporte
extraescolar ni a las excursiones. No le dejaba jugar con niños ni acudir a la ludoteca municipal. La menor pasaba las tardes en casa viendo la tele.
El hombre ha sido condenado a tres años de cárcel por abusos sexuales y otros tres por maltrato. Pagará a su hija 30.000 euros.
La alarma se ha disparado. Periodistas de todo el mundo patean la ciudad. Los donostiarras han dejado de responder. ‘Nosotros no tenemos la culpa’, dicen. El Gobierno Vasco en pleno se ha manifestado frente a los juzgados. ‘Ha hipotecado la vida de su hija’, dicen los expertos. Todos piden un aumento de las penas.