Una vez entrevisté a John Pendry, el científico capaz de hacer desaparecer objetos al que invitan en los congresos de nanotecnología. El otro día le pillaron para la última de La Vanguardia. Hablaba de su manto de invisivilidad y del rechazo que recibió su descubrimiento.

“Al principio me deprimí al ver la controversia, pero después me la tomé como un cumplido: había desafiado las convenciones con una teoría compleja y la indignación era su peculiar modo de mostrarme admiración”.

Sigo de enviada especial a congresos donde abundan los científicos, aunque estén organizados por filósofos. El último, uno sobre el  Origen de la Vida. Por allí se mueve el químico italiano Pier Luigi Luisi, (véase DV de hoy), que acostumbra a acompañar al Dalai Lama a muchos viajes. Es conocido el interés del líder budista por la ciencia, afición que no comparten los inquilinos del Vaticano.

Dicen que los grandes descubrimientos llegan cuando uno abre su parcela especializada a otras disciplinas. Se deja la eminencia a un lado y se empieza de cero. Sólo en terrenos desconocidos aparecen las novedades. Viva la fusión.