Yo también pedía autógrafos. Cantidad más que calidad. Luego, gracias a tía Alicia, que saludó simpática a algún galán hispano del momento -‘a por la Concha de Oro’- comprendí que era posible otra relación con el famoso y con el cine. Autógrafos guardados en caja roja con otros recuerdos ajados. Pero una madre siempre hace limpieza. Veo por televisión la emoción por Brad Pitt, a pesar de la insistencia del chico por estar cada vez más feo. Ay la sala oscura y el chisporroteo de la copia vieja. Esas pelis de Kubrick en blanco y negro que llegaban sin subtitular. Ama, mírame. Ama, mírame. Tarde de incubación del catarro. Y él. Extraño escritor. Encontró su fórmula. ‘Noche, cielo, luna, violeta, color de las ligas nuevas de Molly’.