A mí Brad Pitt me recuerda a mi tío Manolo cuando se dejó aquella barba de chivo. Con esos pelos encrespados que pedían a gritos ‘producto’, que diría una peluquera. Me lo digo detrás de mi ventana indiscreta, asomada a internet y al festival. Con mi bufanda y mis clinex, que no con el aperitivo que me trae la asistenta. Esto ya no es lo que fue.
Sólo en estas circunstancias se entiende que lea al señor de los riñones. Ciudad de cotillas, eso era Dublín o eso eran los amigos del escritor. No me extraña que pidiera a su ciudad que le olvidara. Y ellos, venga poner estatuas de bronce. Cómo son.
Felicito a M. y le digo que ya falta poco para nuestro viaje. Me asomo al tendedero a por el balde. ¿Qué es lo que cocinará esta vecina? Las sandalias en el cuarto del niño. Guardar la ropa de verano. Cosa de mujeres. Mujer. Que me den ya mis menudillos.