Mi contacto con el festival ha sido la visión fugaz de una rueda de prensa mientras acudía a recoger una plancha arreglada en Galerías Gipuzkoa. Tiraba yo de mi niño rumbo a este paraíso del electrodoméstico, cuando el pequeño me ha reclamado una paradita ante la gran pantalla de Oquendo. Era una rueda de prensa de cine chino, al parecer. Qué tiempos aquellos en que una se acreditaba para Estar Viva o La Revista de la CCC. Y aquella vieja ilusión por desvelar si aquel año correspondía casillero. Y ha de ser mi hijo quien me lo recuerde.
Si he de ser sincera he de confesar que este año me he zambullido en una película. ‘Pesadilla antes de Navidad’. En el Velódromo. En tres dimensiones y con derecho a dejar el suelo hecho una porquería. Pero a mí la cuestión de la plancha empieza a marcarme demasiado. Yo ya había visto ‘La novia cadáver’ y buscaba otras emociones. Que me perdone ese gran artista que es Tim Burton y que me pongan ‘ Mamma mía’. ¡Esos paisajes de Grecia en la gran pantalla! Quita, quita. Fue mi hija adolescente la que tuvo que despertarme de mi sueño. ‘Qué elegante el esqueleto cuando andaba con el fondo de la luna’.
Cuánto enseñan estos niños. A veces es mejor callarse como una tumba.