Cuando rastreaba por internet información acerca de Antonio Blay
Fontcuberta descubrí un artículo curioso de un autor de nombre más
curioso todavía: Lamberto García del Cid. Lo leí varias veces porque
resultaba incitador.
El artículo se titula ‘La inspiración de los científicos’ y
comienza con una cita de Blay: ‘La creación es la visión repentina de
una perspectiva insólita’. Lamberto se pregunta cómo surgen los nuevos
paradigmas científicos. ¿Con método y dedicación? ¿o brotan de repente
cual géiser del pensamiento?
Su respuesta es que la mente debe estar preparada para detectar
cualquier matiz inusitado. Un pequeño fogonazo, un débil destello da a
luz a la concepción genial. Siembra y cuida y lo merecerás.
Son conocidos los casos de la manzana de Newton ( le inspiró la teoría de la gravedad) y la bañera de Arquímedes (gracias a ella llegó su ‘principio’. Le dedicamos el post). Pero Lamberto relata otras historias de inspiración o ‘serendipity’. Está la del astrofísico británico Fred Hoyle.
Cansado de trabajar, decidió parar y viajó a Escocia. Por el camino le sobrevino la
inspiración. Una ‘inusitada comprensión matemática alumbró su mente’. Solucionó entonces la incógnita que le agobiaba.