Sólo alguien con mucho talento puede hablar del amor en un ambiente navideño y con villancicos de fondo sin resultar cursi. Ocurre con ‘Love actually’. Fue un regalo de TVE1 para una tarde dominical invernal y un paisaje de mantas de cuadros en una casa tomada por los niños.
Dijo un escritor que necesita bordear dos amenazas: ser sentimental sin ser cursi y ser dramático sin ser patético. La clave está en el humor.
Lo de la cursilería y el patetismo lo he comprobado estos días. Quise hablar en un post de un concierto navideño de un coro escolar en una residencia de ancianos, donde presencié una escena de amor.
Lo intenté tres veces. Fue misión imposible. Pero no me resigno. Aquella señora con la mirada fija. Un nieto que se apoya en su silla. Y la mujer acariciando el pelo del joven mientras sueña un mix de villancicos.
Seguro que Richard Curtis hubiera sabido cómo resolverlo.