Compré en la pescadería las gambas y las almejas. La pescatera me obsequió con unos ‘huesos’ de rape para el fumet. En casa había arroz, ajos, pimientos rojos y perejil, así que sólo necesitaba la especia. Acudí al mostrador del supermercado donde se exhiben los pequeños botes.
Azafrán. Ahí estaba. Una minicajita de precio elevado. La marca no era muy sugerente. Ducros. ¿Cómo sería el contenido? Dí la vuelta al envase y leí las explicaciones: ‘Originario de Asia Menor, llega a Europa a través de España. Uno de los personajes del Satyricón de Petronio lo utiliza como condimento en sus banquetes por su agradable sabor y para evitar la ebriedad de sus invitados’.
Las especias son el primer paso de la sofisticación en gastronomía. Combinan bien con la referencia literaria. Un buen tándem para mi primera paella.
Imagen: Flor de la ‘Rosa del azafrán‘.