Voy rápido porque tengo que cortar jamón para la merienda de mis niños. Se lo pongo en su ‘pa amb tomàquet’, con su chorrito de aceite de oliva y su tomate restregado. Qué buena conciencia me queda de madre nutricia con fundamento.
Soy cortadora de jamón porque he asumido mi destino. Estas Navidades me tocó un jamón -la suerte es así- y después de la alegría inicial sentí que aquella pezuña me miraba de modo amenazante. Tenía yo todos los boletos para lidiar con una nueva actividad: la de cortadora de jamón.
-Habría que llevar la pata a una carnicería -fue el único apoyo (verbal) que recibí en la familia-.
Así que, un poco antes de la llegada de la familia extensa, me coloqué el mandil y comencé. Guardé los trozos de grasa sobrantes para colocarlos después en la herida jamonera. (Seguro que el destino actuó cuando memoricé una información que entonces consideraría innecesaria). Noté que si encaminaba el cuchillo hacia arriba, la loncha salía más fina. Aquello me dio seguridad. Y hoy me he emocionado al leer en DV al cortador de las celebridades. Estaba escrito que tendría que entenderle.
PD: Dedicado a Alqui.