Lancé el libro al estilo de William Hurt en ‘El turista accidental’. Mi
plan de parecerme a George Clooney en ‘Up in the air’ no había dado los
resultados esperados. Mi dosis de sufrimiento al hacer la maleta no
había desaparecido. Pero hay que ser paciente. Quien busca poner orden
en su vida -frigorífico, plantas- antes del cierre de cremallera
necesita práctica para alcanzar la despreocupación.

Abrí el libro en el hotel. Lo firmaba Anthony Percival y era una
recopilación de artículos de escritores en torno a la creatividad
literaria. Decía uno de ellos que con la escritura se sufre y que la
verdadera satisfacción llega cuando el libro está terminado. Carmen
Martín Gaite le discutió esta afirmación en una comida colectiva en la
que él era el anfitrión. Y nunca respondió a sus envíos de obras ni a
sus felicitaciones por los premios, relataba él, dolido. Martín Gaite
era la siguiente en la recopilación. Glup.

La perseverancia jugó su papel en el caso de José Luis Sampedro. El
reconocimiento le llegó después de casi 50 años de escritor y de
ganarse la vida como economista. Pero no sufrió. Como Nuneyev a un
joven bailarín, ofrece el mismo consejo a un joven escritor: ‘Déjalo si
puedes’.

La maleta ha vuelto ya al trastero. Pero el libro está por concluir.