‘Ya lo tienes todo, ahora, disfrútalo’, decía un eslogan publicitario
que a mí me inspiraba. Y yo lo tenía todo. Las vainas y la zanahoria.
La mayonesa. Aceitunas sin hueso. Latitas de atún. Patatas y huevos. El
fin de semana tocaría ensaladilla. Con cierta desazón al principio he
logrado liberarme de ciertas herencias maternas. Nunca plancharé unas
sábanas como ella. Y no tengo botes especiales para el aceite usado de
la carne o del pescado. Pero de las vainas y la zanahoria en la
ensaladilla -el debate sobre sus ingredientes sigue abierto- no quiero
librarme. Es una idea nutritiva y yo, como ella, alimento a la prole.
No planees, vive, debería decir también la publicidad. Esta semana el
menor de mis niños se puso enfermo, comió en casa y acabó con las
reservas de verduras en forma de puré. Así que yo cambié de planes
gastronómicos.
Pero opté por una comida refrescante. Mantuve la mayonesa en una de las
ensaladas. Y saqué el bikini. El sol brillaba en Donostia tal y como
hoy.
La ensaladilla podrá esperar. Pero el baño en Ondarreta no tiene por qué hacerlo.