Tenía mi trabajo del día descrito en un folio. Era una empresa
relativamente ambiciosa pero aquel gabinete de prensa no había dejado un
teléfono de contacto en su esquemática aportación. Recordé que guardaba
el móvil de alguien de aquel grupo.
-Hola, qué tal, soy ‘x’ y te llamo por ‘y’. Vamos a hacer esto. Por cierto, me piden que lo resuelva cuanto antes.
-Hay que llamar con más tiempo -respondió la voz al otro lado del
teléfono, mientras yo miraba la escueta aportación recién llegada a mi
mesa-. Y ser humilde -continuó- esta gente está muy ocupada.
Quedé con la persona que buscaba en un clima de entendimiento y simpatía pero una molesta sombra me persiguió clamando venganza.
Entonces recordé la idea de la acción justa de la filosofía zen. Y pensé que a veces consiste en colgar a tiempo el teléfono.
P.D. Dedicado a los gabinetes de prensa efectivos y amigables.