No hablamos de Santa Teresa ni de las páginas de ‘contactos’. El asunto es menos conocido y se remonta a varios años atrás. Entrevisté a un tipo que había asistido a las clases del psicólogo Antonio Blay Fontcuberta y ofrecía cursos en Barcelona sobre el mismo tema: conocimiento-crecimiento personal: ¿qué encuentra uno cuando se asoma a las dificultades que le impiden vivir con plenitud? Yo, para entenderme, lo comparaba con los viajes. ¿No podemos mantener la actitud entusiasta de cuando visitas un país por primera vez? Cada día circular por un paraje exótico. Chica.

El hombre respondió a mis preguntas con sabiduría y me regaló dos libros de Blay que leí con interés. El psicólogo trascendental (encontró una nueva fuerza dentro del ser humano y no le han dado ni siquiera un Príncipe de Asturias) traza una hoja de ruta para descubrir mundos interiores de alta intensidad. Pero por el camino -insiste- hay que soltar mucho lastre: cuestiones personales sin resolver. También da pistas sobre cómo hacerlo.

El jueves se presenta en Donostia un nuevo libro sobre su pensamiento y su vida. Blay sigue siendo un gran desconocido.