Empecé mi trilogía Milenium en un corto veraneo madrileño de hace unos días. Ya sé que no voy acompasada. En el metro las gentes acarrean el tercer tomo. En realidad yo había empezado el libro antes. Por un artículo de La Vanguardia. Resulta que, además de otras cosas, es una historia contra los malos tratos a las mujeres. Así que voy a ver qué le ocurre a Lisbeth Salander. La suya sí que es una presentación. La chica rebelde y misteriosa que despierta los sentimientos de su asentado jefe. Aunque el libro adquiera  tintes perezrevertescos o ecos a lo  dieznegritos, esa descripción nos ha unido. Como los madrileños en las escaleras mecánicas, así vamos Salander y yo en el Venta Berri.

No es tarea fácil.