Leo estos días a Vicente Verdú sobre sus padecimientos estomacales y su tendencia a la negatividad. Lo cuenta en ‘No ficción’. Y engancha. Pero no me llevé esta obra a Irlanda. Acarreaba mis guías y un libro de un gurú del autoconocimiento en inglés. Estaba claro que debía seguir practicando las técnicas de autoconocimiento que recomiendan reparar en las espirales del pensamiento como paso para una vida más saludable. Pero aunque hay quien dice que las formas menos dañinas de estar en el mundo se alcanzan sin graduación, sin ir poco a poco, sino de golpe, por una súbita comprensión o iluminación, me gustaba creer que, en mi caso, iba dejando atrás capas de autoflagelación de camino a una existencia más sencilla.
Eso me dije a mí misma cuando ví que era capaz de apartar de mi mente la idea de haber abandonado a la familia. Y sustituirla por un ‘Tú te lo mereces, guapa’.
Y eso que aún no había visto la película de Uma Thurman ‘Mamá en apuros’, en los cines Bretxa, rodeada de adolescentes parloteantes y de gominolas. Eso fue a la vuelta. Por cierto que pensé que el director podía haber tenido el detalle de incluir una escena con una Uma guapa y sexy. Dedicada a las mamás de la globalización. Pero no hubo suerte.