Hoy tenía que entrevistar a un hombre que ayuda a gestionar la propia vida. Me he leido su libro y he descubierto que era un tipo desorganizado y sufriente. Gracias a esos fallos y, decidido a cambiar, pudo encontrar un camino de mejora y ahora nos lo cuenta en su obra.
A mí me ha pasado lo mismo. Había tardes que llegaba a casa y me desesperaba mirando las bolsas de la compra, las mochilas, pensando en los baños infantiles, las cenas.
Hoy he procurado centrarme en los quehaceres, como decía el autor en su libro. ‘Huye de la multitarea como de la peste’, recomienda. He depositado las naranjas. He repartido las compresas. He guardado galletas. He construido una montaña con los kiwis. No he alcanzado la satisfacción. Aunque sé lo que se cuece entre las cazuelas.
Además una inquietud me ha perseguido durante todo el día. ¿Por qué el hombre del libro no ha respondido a mi llamada?