A mi viejo ejemplar del Ulises le están adelantando en la mesilla de noche por la izquierda y por la derecha. Por la derecha le adelantó en maniobra imparable ‘Zonas húmedas’, de Charlotte Roche, un libro que se lee a gran velocidad, con ganas de terminar. Habla de sexo, pero también de almorranas y de la sección de proctología de un hospital. Pero, espera. ¿Qué es esto? Reviso a fondo el utilitario y deescubro que  ‘Zonas húmedas’ es en realidad un manual para padres. Especialmente para padres separados.

En mi carretera hacia el sueño intenta pasar por la izquierda el tercer tomo de ‘Milenium’. Pero no puede. Pesa demasiado.  Lisbeth Salander, la chica principal del tocho de Larsson también está ingresada. Y quién me lo íba a decir, mujer reflexiva. Las horas hasta su recuperación transcurren lentas. Necesito acción.

He vuelto a equivocarme. No es mi momento Joyce. Qué eruditos el señor Dédalus y el señor Bloom. Con razón el de Dublin achacaba tristezas al clima irlandés. Más sexo, dicen que recomendaba el padre de Larsson a su hijo. ¿Y Joyce? Al escritor le tacharon de obsceno. Me quedan 500 páginas para el monólogo de Molly Bloom. Sigo por la autopista pero habrá que tomar un atajo.