Estos días que se habla de regalos, está bien reconocer que hay personas que te entregan importantes presentes. Y no me refiero a objetos materiales, quita, quita, sino a ideas o sugerencias que pueden cambiar tu vida. En mi caso debo nombrar a dos personajes curiosos que me relataron sus investigaciones. Uno era el inventor de un artilugio para eliminar el dolor de espalda. Y otro, un estudioso de la obra de Antonio Blay Fontcuberta.
El primero era un fisioterapeuta que, cansado de sufrir problemas vertebrales, ideó una máquina, el Back Efs, que terminé comprándole en un hotel de Madrid. Este aparato me ha dado un horizonte vital: los objetivos pueden lograrse. Para ello se requiere esfuerzo y constancia. Ahí procuro estar. En mi máquina de ejercicio en elongación. Son siete minutos al día. Sólo el estrés frena a veces los buenos resultados.
Respecto al estudioso de Fontcuberta, los libros que me prestó ofrecían técnicas para vivir mejor. Y no se trataba de lograr un eterno veraneo. No, que va. Se proponían otro tipo de ejercicios, una especie de Back Efs interior. Si se es constante se obtienen resultados, repetía el autor. Pero no basta con 7 minutos al día.