Estaba viendo a Arguiñano en TV cuando salió la palabra. El cocinero alegre había dejado en la sartén el bacalao con el pimiento cuando dijo que había que dejarlo atemperar. ¿Atemperar? La palabra me incitó -¿incitar?- a buscar mi María Moliner. Ahí estaban los dos tomos azules sin forrar, descansado uno sobre otro, qué monos. Y sobre ellos, una pila de libros. Así son las cosas.

Abrí con emoción por la letra ‘A’. Adónde me llevaría este viaje -me relamía yo antes de tiempo, esperando que el recorrido fuera largo-. Recordé con ternura anteriores trayectos en los que, con el ímpetu de la juventud -ahora te comprendo, Aizarna-, me enfadaba yo porque una palabra me llevaba a otra. Me imaginaba ya saltando  a la ‘T’: Ver bajo ‘Tiempo’, pondría. La Moliner hizo así su diccionario. Molesto. La señora que remendaba calcetines. Aquella a la que no dejaron entrar en la Academia. Je.

A.A.A. Andada. Andamiada. Andarivel. Andanada. Aquelarre. Arcano. Ummmm. Arcilla. Arriero. Arriesgar. Artificio. Atemperar. Ya está. Atemperar: 1. Moderar la violencia de una pasión, sentimiento o dolor moral. 2.- Acomodar, coordinar.

Busqué ‘acomodar’. Acomodar: ‘Hacer buenas migas’.