Llegó acelerada al restaurante. ‘Pídeme una cerveza’, había dicho a su marido. Y la cerveza estaba en la mesa. Enseguida llegaron el sushi, las gambas al curry, la ternera agridulce y los sorbetes. Hubo que pasar la Concha de forma acelerada porque había que recoger a los niños. Por fin en casa. El día del cumpleaños alcanzaba por fin un momento de paz. Dejó el bolso sobre el sofá. Pero, espera. ¿Qué era aquello? Una bolsa de regalo con un vestido. Su hermana había pasado por allí. ¡Qué detalle! ¡Qué forma tan callada de dar una alegría! Y un vestido blanco. Ella tenía que ser. Siempre arriesgando y proponiendo. Y qué corto. Y qué ajustado. Un vestido sexy. Y ella que se había deprimido por el peso de los años. Corrió al espejo de su cuarto.

-¿Cuándo lo habrá dejado? -dijo mientras se quitaba la ropa-

Entonces escuchó la voz de él.

-¿Y por qué estás tan segura de que es de tu hermana?

Blog escrito escuchando: ‘Un ramito de violetas’.