Un día les dijo a sus padres:
-He decidido apuntarme a flauta travesera. El piano no puedes llevarlo para dar un concierto pero la flauta, sí.
Llegaba un nuevo curso y ella seguía empujando en su repleta mochila para hacer un sitio al instrumento. Un verano tocó delante de alguna visita que se lo pidió y en el festival de música del colegio reinaba con aplomo y gracia sobre el escenario.
De vez en cuando sonaba por la casa alguna melodía de Abba o de Bob Dylan y ella siempre sonreía cuando los lunes, con la jornada alargada por la clase musical, veía de lejos el coche de su madre esperándola.
Han ido pasando los años y queda menos para dejar el colegio. En el festival de música de este año 4 chavales que empiezan en la universidad agradecieron a sus profesoras el haberles enseñado a amar la música.
Telón.