Decía un psicólogo que todos necesitamos el poder.
-Las amas de casa antiguas lo tienen en las sartenes. No permiten que nadie ‘mande’ en su reino de la cocina.
Territorio proclive a ejercer el mando son los hijos. Yo soy madre-mandona-madre-gritona hacia las 7.30 de la mañana. Ejerzo con Sara-mi-hija-adolescente. A esa hora, las buenas intenciones se pierden en el horizonte.
Otra psicóloga -una les entrevista mucho. ‘En casa de herrero, cuchillo de palo’, ya sabes’- me dio un día este titular:
-Su hijo deberá perder algún día el autobús.
Hoy le he anunciado a Sara:
-Me voy a la cama. -Era una fórmula que un día me sirvió para transferirle la prisa-.
Pero no he hecho nada. Le he despedido con un beso. Ella me ha devuelto un amago de sonrisa.