Estaba decidida a ver el partido Argentina- México de ayer pero no es tan sencillo. A la hora de los partidos hay que animar al niño a que tome el colacao o tender alguna colada para que se seque durante la noche. Ya se sabe que a veces el triunfo está en la perseverancia, así que me decidí a seguir el partido aunque fuera desde la cocina, ese lugar antes reservado a las mujeres y ahora, ¿tierra de nadie? -me pregunto, filosófica-. Pillé el partido con el primer gol de Argentina incorporado pero disfruté (ay, ésta no soy yo) con el de Higuain. Por supuesto que me perdí toda la bronca que relata José Mauel Cuéllar en su crónica ‘La otra mano de Dios de Maradona’ en esta web.  Perdonen que no les coloque el link pero mi ordenador también se está rebelando. La bronca, les decía, es de máster futbolístico o de gente desocupada.

Cuando había conseguido posición en el sofá llegó mi niña ‘teen’ de la ducha. Este fin de semana he estado leyendo a ‘K’, -espero urgentemente una lectura de verano- así que respiré hondo y observé. Ella pidió un cambio de canal, que fue autorizado. Vimos a los Simpson. Pensé que era el destino el que ponía difícil mi relación con el fútbol. Pero los grandes retos tienen sus altibajos. Que no acabe el Mundial.